Las ideas que valen no gritan

Si algo resuena sin imponerse, probablemente sea verdad

Hay ideas que entran haciendo ruido.
Te deslumbran. Te sacuden. Te empujan a actuar.
Parecen brillantes. Urgentes. Innegables.
Pero con el tiempo… se apagan.

Y hay otras que apenas se notan.
No levantan la voz.
No reclaman atención.
Solo se quedan.

A veces me ocurre: escucho algo, leo algo, y no me impacta.
Pero días después, esa idea sigue ahí.
Silenciosa, discreta, pero presente.
Y entiendo que no pasó desapercibida:
se estaba quedando dentro.

Las ideas que valen no buscan validación.
No necesitan convencer.
No arrastran con entusiasmo, sino con sentido.

Aparecen cuando todo el ruido se detiene.
Cuando ya no estás buscando respuestas.
Y entonces... encajan.

He aprendido a desconfiar de las ideas que necesitan gritar.
Las que tienen que imponerse para existir.
Prefiero las que susurran algo que no puedo ignorar.

No son las más espectaculares.
Pero son las que permanecen.
Y al final, eso es lo que importa.

Las ideas que valen no gritan.
Simplemente no se van.