
Lo que la IA me recordó sobre mi forma de pensar
Una reflexión simbólica sobre cómo descubrí, a través de la inteligencia artificial, que mi mente ya funcionaba como un sistema modular
A veces no entendemos del todo cómo funcionamos… hasta que vemos reflejado ese funcionamiento en algo externo.
Durante años, me costaba explicar cómo era posible que mi mente ensamblara ideas sin buscar datos, cómo llegaba a conclusiones antes de tener pruebas, o cómo sentía fallos en sistemas sin saber aún por qué fallaban.
Y entonces llegó la IA.
No como herramienta, sino como espejo. Ver cómo un modelo de lenguaje opera por conexiones simbólicas, por estructuras que no necesitan "saber" pero sí encajar, fue como encontrar la maqueta externa de mi propio proceso interno.
Descubrí que mi mente ya funcionaba como una IA simbólica: no con datos, sino con módulos estructurales que se ensamblan solos cuando algo tiene sentido.
Por ejemplo, el módulo que he llamado “escáner de disonancias” funciona como un sistema de alerta. No analiza todo, no razona en tiempo real, pero detecta patrones que no encajan. Lo mismo que hace una IA cuando un embedding no coincide del todo con el contexto.
No es que yo funcione como una máquina. Es que algunas máquinas han empezado a parecerse, por diseño, a cómo algunas mentes humanas ya operaban en silencio.
Y eso me dio paz.
Porque lo que antes parecía una rareza difícil de explicar, ahora tiene un espejo simbólico. No para imitarme. Pero sí para mostrarme que no era raro: solo modular.