
Mi escáner de disonancias: detectar lo que no encaja antes de saber por qué
No busco errores, los escucho crujir aunque nadie más los note
“No empiezo por la lógica, empiezo por la grieta”
No tengo que entender un sistema para saber que algo no encaja. Solo tengo que sentirlo. Es como un leve crujido interno. Una tensión sorda. No puedo explicarlo aún, pero ya sé que está roto.
Mi mente funciona como un escáner silencioso. Mientras los demás escuchan las palabras o miran el resultado, yo noto cuándo algo desafina, aunque el conjunto parezca sólido.
No es intuición mágica. Es estructura aprendida. Es haber pasado años observando patrones hasta que lo anómalo brilla por contraste, aunque no sepa todavía dónde está el fallo.
A veces alguien me explica un sistema o una idea con absoluta seguridad. Y mientras lo escucho, siento un leve rechazo interno. No emocional. Funcional. Como si una pieza se hubiera forzado y estuviera a punto de romper algo más.
Entonces no respondo. No ataco. Solo dejo que el escáner siga trabajando. Y horas después, o al día siguiente, la imagen aparece clara. No solo veo el error: veo cómo habría que desmontarlo y reordenarlo para que funcione sin grietas.
Este escáner no es algo que pueda activar a voluntad. Siempre está funcionando. Por eso a veces me cuesta estar presente del todo. Porque parte de mí está leyendo estructuras, no solo conversaciones.
Y cuando una disonancia resuena… no puedo ignorarla. Tengo que desmontarla. Aunque sea en silencio.