
No tengo prisa porque ya estoy llegando
Mi mente no corre, se alinea
Hay personas que corren como si el mundo se fuera a acabar.
Que confunden moverse con avanzar.
Que no soportan el silencio, la pausa, el intervalo.
Yo los miro pasar, y sigo caminando.
No más rápido.
No más lento.
Solo a mi ritmo.
Porque sé que lo que busco no está al final del camino, sino en cómo lo recorro.
Durante mucho tiempo me sentí fuera de compás.
Mientras otros tomaban decisiones inmediatas, yo necesitaba madurar las mías.
Mientras otros opinaban en cuanto oían algo, yo guardaba silencio y escuchaba.
Y durante años creí que eso era un problema.
Que debía acelerar, forzar, empujar.
Hasta que entendí que mi ritmo no era un error.
Era una brújula.
Hay cosas que solo entiendo cuando dejan de importarme.
Ideas que solo encajan cuando ya no las estoy buscando.
Soluciones que emergen cuando dejo de empujarlas.
No se trata de ir lento.
Se trata de no traicionarse por llegar antes.
No tengo prisa porque ya estoy llegando.
Porque en el fondo, lo que tengo que encontrar, ya se está acercando a mí.
A veces, el que más avanza es el que menos se apura.